Tengo más heridas profundas que a plena
luz del día,
tengo más lanzadas escondidas que a
simple vista.
Y a ti, que tan bien se te daba
salvar vidas en plena madrugada.
Buscando el borde de sus labios
en cada instante,
el acantilado por el que arrojarme
cada noche.
Tengo medio pie en la tierra
y el otro pie y medio puesto en su acera.
Tumbado en su litera,
viendo pasar las nubes o viendo morir
guerras,
entre sus piernas,
entre mis dedos y su cintura,
me acusan
desde el primer botón
hasta el final de su camisa,
como premisa de abrir un paracaídas
antes de dejarme caer hasta sus
rodillas.
Versos de rendición que queman como el hielo,
como mis dedos entre su pelo,
feroces versos de conformismo, a
voces,
colgado de la hebilla de cada
uno de sus tacones.
Me quitas el sueño todas las noches
pero estoy muy cerca de soñarte.
Sigo buscando la suerte entre
los escalones
de cualquier escalera que me lleve
hasta tus talones.