Estaba pensando que todo termina,
y lo triste que resulta esto.
<<O el final de
una espera.>>
Hoy puede que ya nadie espere,
que no muera por esperarte a la vuelta
de mi espalda
acurrucada en el lado izquierdo de mi
cama.
Puede que escuchara al vaho dibujar el
perfil de tus labios en la fría ventana
que
horas antes besabas
como queriéndome trazar recuerdos
imborrables en el aire.
Puede que se vaya el miedo
de encontrarte a la vuelta de cualquier esquina.
Puede que deje de sentir que vaya a
ocurrir.
A lo mejor, ya
no dejas que se mueran por ti.
He visto como los cementerios
conjugan los nombres de las lapidas
con flores.
Y como tú, ingenua, camuflas tu campo
de minas con rosas
sin saber
“que
nadie escribirá de ti cuando yo haya muerto”
Fallecía tantas veces en tu boca
que la inmortalidad me empezó a saber
a agonía.
Y el camino de vuelta a casa
era una linea trazada a punta de pistola
desde mi boca a tu espalda.
Y ya siempre quería volver.
Hice un ovillo de alfileres entre mis
manos
solo para que vieras que no llegaba
con las manos vacías.
Fui un rió de sangre corriendo por tus
brazos,
siguiendo la estela de tus venas,
formando estalactitas en tu piel con
cada gota
para tener algo a lo que aferrarme
antes de precipitarme
contra la obviedad del asfalto.
Porque eras musa y no promesa
y tenía que caer y perderte
para que siguieras siéndolo.
Los espejos se despedazaron en mil
pedazos cuando te marchaste
como queriendo buscar la limosna de
tus miradas,
las sobras de tu reflejo por los suelos.
Como queriendo buscar algo de suerte
“aunque fuera de la mala.”
Siete años no
son suficientes,
ni tampoco
siete vidas.
Y yo rocé tu fuego el tiempo suficiente
como para ver convertido el hielo en
hierro.
El tiempo suficiente como para verlo
todo reducido a cenizas.
Hay urgencia en mis palabras por
decírtelo:
Me hubiera querido quedar en aquel
agosto toda la vida,
nadando en la llaga
justo entre el borde de acantilado y de abismo
justo entre el borde de acantilado y de abismo
que a partes iguales me prestabas.
Nunca seré
él, pero yo sabía curarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario