Como intentar llenar los pulmones de
aire fresco
tras una ventana cerrada,
a eso se parece estar sin ti,
a ver la vida a través de un cristal,
como quien ve una proyección en bucle
de cine mudo
de la que ya no puedes esperar
sorprenderte.
A 18 fotogramas sin tu boca por
segundo.
Como intentar sentir la fricción del
viento en la tez
tras cuatro tabiques desconchados,
a eso se parece la piel sin tu tacto,
a paredes despedazadas
dejando caer poligonales pedazos de
yeso y pintura,
a la carne dejando entrever la
superficie cementada
que se esconde tras tus huellas.
Me quedé dormido a la hora exacta en
la que te esperaban todos mis insomnios,
flotando en aquella esquina donde te
inventabas besos con forma de cadena de juguete.
No he sabido volverme a despertar de
este aletargado paso de los días
No he sabido volver a encontrarme
desde que caí de boca sobre los 1994
Km que me detenían,
sobre las 18h y 9 min de cuerda que le
faltaban por dar a todos los relojes
desde mi ventana a tu balcón .
En este glaciar de papeles manchados con tu nombre
aun se empañan los cristales cuando recuerdo tus últimas frases,
porque tus palabras siguen conservando todo el calor.
porque tus palabras siguen conservando todo el calor.
Y es que no soporto la idea de verte
las cenizas
mientras te avivas,
mientras me quemo.
Llamas
desde dentro de las cavidades de mi
pecho
como si tu aliento hubiera quedado
olvidado en mi caja torácica,
creando melodías desafinadas
que tus recuerdos aun saben bailar.
A veces me
asomo por la ventana
como si
pudieras volver a ser tu quien cruza la calle.
Y el despertador suena a “sin ti” por
las mañanas,
aunque es el frío lado izquierdo de la
cama
el que me hace despertar.
Y la ducha
suena a millón de gotas suicidándose
sin tu desnudo.
Y vestirse,
sin tu ropa junto a la mía arropando
el suelo,
es como vendarme la piel supurando por
cada poro,
porque la carne no es más que un
disfraz descosido sin tus labios de alfiler.
Vivo un final sin final,
un punto suspensivo con tilde,
un tropezar constantemente con la
única piedra del camino
que quiso ser de aire y, al volar,
dejo una zanja donde seguir cayéndome
y una cavidad en forma de trinchera en
mi pecho,
a la que le sigo llamando hogar
aunque tú ya no estés aquí para
defenderla.
A eso se parece tu ausencia,
a un semáforo en rojo en una calle
vacía,
a mis uñas haciendo garabatos con tu
nombre en otra piel,
a labio cortándose al sonreír,
a garganta sedienta en mitad de la
madrugada,
a ahogarse con aire.
A veces,
me asomo por la ventana y me veo a mi
en un reflejo
en el que ya no me conozco.
Foto: Lidia Mozos
Instagram: @lydia_mzs