Y nos sentimos perdidos
y nos intentamos encontrar
en personas que
ajenas a nosotros vienen y se van.
Y lo damos todo por
la persona que acabamos de conocer
tropezando una y otra
vez con esa piedra que no terminas de reconocer.
Vamos de boca en
boca, de flor en flor, de princesa en princesa
sin terminar de
encajar el zapato en ninguna de ellas y el entusiasmo cesa.
Reza, por no ser uno
más en sus vidas, nota a pie de página o no pretendas
ser el bueno, y
tonto, que rebobinando una y otra vez quiere impresionar a tientas.
Intentamos volver a
encontrar a esas personas que ya se fueron, que se aburrieron,
y una y otra vez lo
volviste a intentar, por ellos que andaban cerca pero estaban muy lejos.
Esa es la filosofía del
que se fió de más sin razonar y una y otra vez más nos lo hicieron,
nos vendieron, escribiendo
con dedos de yeso que de volver a ser unos “niños” no pequemos.
Soy un ingenuo, ahora
todo lo lleno de recelos, mi nuevo credo es dejarlo todo pasar,
esperar a lo que
vendrá, sin prisas sin amuletos, confiando que otro final puede empezar.
No podré arrancar de
tus sabanas otra historia de las que desvelan en madrugadas.
Envidiaba al que tus
horas ocupaba. Son mis textos los que el recuerdo de tus ojos acallan.
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