jueves, 10 de julio de 2014

cuando no entiendo nada

¡Morir..., dormir! ¡Dormir!...¡Tal vez soñar!. ¡sí, ahí está el problema!.
El problema es
que yo hoy no he conseguido a penas dormir,
que no cojo el sueño
y ellos tampoco me terminan de alcanzar.
Creo, que estoy seguro, de mi incertidumbre.
Con toda esa certeza del suicidio voluntario al que me someto,
teniendo un nombre las razones
de este texto.

Esa maldita costumbre que tengo a tirarme sin miedo
desde todos los puentes que encuentro.
Y no todos son los buenos.
Ese principio de locura compulsiva
que comparto con el resto de suicidas
a dejarme alcanzar por la balas.
Si son las suyas.

Al llegar a casa,
derrotado,
me había prometido no tocar ni un solo lápiz.
Para cuando me quise dar cuenta
ya estaba todo escrito.

No debería haber comenzado,
porque a veces utilizo al folio de diana
y pierdo la noción de lo que está bien o lo que está mal
al describir la realidad
a mi antojo.

Además, donde está este texto debería haber escrito otro,
que dejé a medias porque tú me lo (im)pediste
terminar.

No recuerdo en qué momento creí escucharte decir distancia
cuando era lo único que no quería oír.
No sé en qué momento empecé a tragarme palabras
para acabar con un millón de agujas sobrevolando mi estomago.
Que irónico, lo sé.

Te  tocaba como si fueras de cristal
y creo que he empezado a cortarme.
Me hieren más las palabras que
los golpes.
Últimamente ninguno es de suerte.

Será la falta de costumbre
de no reconocerte.

'Ya me hecho de menos
y eso que te acabas de ir.'

'El caos que desata una piel pidiendo socorro a otra piel.'

Espero arrepentirme de las siguientes 26 líneas
que no vamos a leer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario