No quiero escribir más sobre toda esta
mierda,
el bolígrafo ya apenas me pinta la
vida,
solo veo un poco de tinta
muriendo en un folio que a veces me
mira blanco
y otras veces lo veo negro.
Igual de oscuro que al palpar mi
mediocridad,
cuanta ingenuidad
entre todos los cuentos de hadas que
dejan de brillar,
porque he caído en la cuenta que de
cuento tiene poco esta historia
y mucho de peli de miedo, o de risa,
que parece lo más serio.
No os enredéis nunca en el pelo de una
señorita
sino estáis listos para los golpes de
la vida,
o para perder la fe en su sonrisa,
sino estáis seguros
de que seréis capaces de salir de ese
embrollo sin ningún roto.
Y como aquellas veces en que no
podemos abrir la bolsa de la merienda,
rompemos el nudo sin pensar si quiera
si había alguna otra manera
de averiguar si teníamos nocilla
aquella tarde.
A veces la impaciencia es la peor de
las respuestas,
aunque nunca ha sido una buena
consejera.
La merienda es como el punto de
inflexión de la tarde,
el momento entre terminar los deberes
y salir a la calle,
o para que lo entendamos (la metáfora),
el momento en el que pensaste que una
retirada a tiempo
no iba mucho contigo,
no es ninguna victoria.
Y pensábamos,
que todos los imposibles guardan una
pizca de realidad,
algo de probabilidad,
que no importaba ser el que va detrás
(de ella)
que así, si caía la podrías levantar.
Y te acuerdas de
aquella vieja frase:
"Solo un iluso seguiría insistiendo.
Lo cierto es que yo siempre fui un
iluso.”
El punto de inflexión entre todo lo
anterior
y ver que no hay nada más,
que los cuentos se quedan en los
libros,
que las novelas trágicas tienen mucho
más de reales,
que hay espaldas (como la suya) a la
altura de las nubes,
que solo era viento en el molino, lo
que hacía ruido
entre sus mejillas,
No era un susurro.
Que es dura la realidad,
no todo pasa como en las películas,
que tenemos más imaginación de lo que pensábamos,
que somos un poco más idiotas
que en la línea anterior.
No tendré el placer, o la curiosidad,
o la oportunidad
de conocerte.
“Espero poder contar contigo en otra
vida”
También ahora
podré hablar de noches de insomnio,
y sé
que luchar por los sueños, no es
trabajar,
es estar haciéndolos realidad.
Poco a poco.
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