jueves, 6 de febrero de 2014

insomnio

No quiero escribir más sobre toda esta mierda,
el bolígrafo ya apenas me pinta la vida,
solo veo un poco de tinta
muriendo en un folio que a veces me mira blanco
y otras veces lo veo negro.

Igual de oscuro que al palpar mi mediocridad,
cuanta ingenuidad
entre todos los cuentos de hadas que dejan de brillar,
porque he caído en la cuenta que de cuento tiene poco esta historia
y mucho de peli de miedo, o de risa, que parece lo más serio.

No os enredéis nunca en el pelo de una señorita
sino estáis listos para los golpes de la vida,
o para perder la fe en su sonrisa,
sino estáis seguros
de que seréis capaces de salir de ese embrollo sin ningún roto.
Y como aquellas veces en que no podemos abrir la bolsa de la merienda,
rompemos el nudo sin pensar si quiera si había alguna otra manera
de averiguar si teníamos nocilla aquella tarde.
A veces la impaciencia es la peor de las respuestas,
aunque nunca ha sido una buena consejera.
La merienda es como el punto de inflexión de la tarde,
el momento entre terminar los deberes y salir a la calle,
o para que lo entendamos (la metáfora),
el momento en el que pensaste que una retirada a tiempo
no iba mucho contigo,
no es ninguna victoria.
Y pensábamos,
que todos los imposibles guardan una pizca de realidad,
algo de probabilidad,
que no importaba ser el que va detrás
(de ella)
que así,  si caía la podrías levantar.
Y te acuerdas de
aquella vieja frase:
"Solo un iluso seguiría insistiendo.
Lo cierto es que yo siempre fui un iluso.”
El punto de inflexión entre todo lo anterior
y ver que no hay nada más,
que los cuentos se quedan en los libros,
que las novelas trágicas tienen mucho más de reales,
que hay espaldas (como la suya) a la altura de las nubes,
que solo era viento en el molino, lo que hacía ruido
entre sus mejillas,
No era un susurro.
Que es dura la realidad,
no todo pasa como en las películas,
que tenemos más imaginación de lo que pensábamos,
que somos un poco más idiotas
que en la línea anterior.

No tendré el placer, o la curiosidad, o la oportunidad
de conocerte.
“Espero poder contar contigo en otra vida”

También ahora
podré hablar de noches de insomnio,
y sé
que luchar por los sueños, no es trabajar,
es estar haciéndolos realidad.


Poco a poco.


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