122 fotos borradas después ya estoy mucho mejor
y no tardaré
en reinventarte hasta no saber ni quien eras o que fuimos.
Porque al
fin y al cabo
el odio es
el camino más corto hacia el olvido.
Pero, desde
que no estás,
para hablar
de ti tengo que desdibujar tus huellas de mi lengua
y respirar,
muy profundo, la fragancia que pervertía el aire
cuando lo
arañabas tú.
Para hablar
de ti
tengo que esconder las manos que con cada
mancha de tinta
reconocen mi parte de la culpa: escribir como si fueses
a volver;
y respirar,
muy profundo, el perfume impregnado en las sabanas
que ahora me
sabe a veneno.
Desde que no
estás
para hablar
de ti tengo que desordenar las letras de mi nombre
hasta no
saber ni quién soy.
Desde que no
estás
cada vez que
te nombran
tengo que
taparme los ojos y dentellear mi lengua hasta no sentirla mía,
para no
tener que escuchar de mi boca
que me
gustaría ser inmortal en tu piel, como una cicatriz,
en lugar de ser
esta áspera herida en mi garganta.
De tanto gritar y solo devolver perpetuos silencios.
De tantos ecos sin voz.
Si te
escribo esto ahora es porque dentro de poco
te voy a
reinventar hasta no saber ni quien eras o que fuimos,
a imaginarte
de la forma que en ya no puedas doler,
a escribirte
como si las folios se creyeran perennes cuando algún verso cuelga
de tu piel,
a alejarme de
ti como si acaso no fueras siamesa de mis venas.
Si te
escribo esto ahora
es porque pronto no sabré ni quien eras o
que fuimos,
es porque hay 122 fotos de distancia entre tu
cuerpo y el mío,
es porque de haber sabido el final de esta
historia, sé que no hubiera sido distinto,
es porque corre polvo por mis ventrículos desde que no están
en tus manos,
es porque no estás,
es porque no fuimos capaces ni de despedirnos
es porque no puedo ni pronunciar tu nombre
es
porque, simplemente, yo ya no sé ni
quien soy
si no pronuncia tu boca el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario