Tengo a boli y lápiz acostumbrados
a las horas a las que se acuestan los
extraños,
justo cuando nos visita la puta de la
nostalgia,
el color de tu pelo y la melancolía
inundan la sala.
El tacto siente la madera amarilla y
negra,
el folio el duro grafito y cada
palabra terca,
cada una que te recuerda, cada una de
ellas
me aprietan en la sesera sin ninguna
prudencia
hasta que me liberan cuando les doy
rienda suelta.
Entre tus labios encuentro una
escondida pureza
para mis versos que te buscan y te
esperan.
Cada irritante frase hecha hoy es
bella
no por merito propio sino porque
hablan de ella,
de que era el “opio” del poema y de mi
forma de verla.
Cada triste verbo de cada frió invierno
Convertido en dulce otoño cuando de tu
mano paseo.
Poemas que solo saben hablar cuando te
echo de menos
solo de largos y tristes días, vistiendo
de negro folios feos
llenos de rencor, orgullo y oscuros
versos.
Nunca te he contado lo que encontré yo
en tus besos
ni de cómo conseguiste dejar un día
mis ojos secos,
de cómo me diste horas entre muchos de
mis sueños
en los que te habría escrito lo
mejores textos.
Nunca te dije un sincero te quiero
y cuando lo sentí ya estabas muy
lejos.
No creo en dichos creo en hechos
pero no valoramos nada cuando lo
tenemos.
Intento coserme cada herida con hilos
pero quién sabe dónde está la línea
que divide el libre albedrío de
nuestro destino.
Soy todavía un niño que con mis
decisiones no atino
con cada pelea a mi propia muerte
asisto
cuando sin cordura mis palabras afino
He dicho tantas veces que nada busco
otras tantas que con poco que
encuentro me asusto.
Clavando palabras con un cuchillo de
filo obtuso,
cuidando cada detalle para empezar a
ser algo tuno o astuto,
esperando miles de respuestas si en
palabras me desnudo,
escritas frases ligeras de olvido y vestidas
con mi puño
al decirte que tus ojos son muy poco
oportunos
pero que todavía no he vuelto a ver
ningunos como los tuyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario