viernes, 15 de noviembre de 2013

El uno al otro

Me hacía por momentos más torpe con su indiferencia,
el estomago me advertía de que la noche se equivocaría con el día
y ni preguntaría al comerse su luz en un eclipse en pleno mediodía.
Y así fuiste tú conmigo, ni me preguntaste si quería cuando me cambiaste la vida.

Ella sabe que en su cuello está la curva más precisa de todas mis letras,
es también la curva más peligrosa de cualquier carretera,
y allí fue justamente donde yo me mate intentando llegar hacia sus labios de seda,
no llevaba puesto el cinturón porque me lo creí todo de primeras.
¿Qué más escribir cuando intente arrancarle sonrisas con todas mis fuerzas?
¿Qué más decir cuando en la boca solo me quedaba el vaho y en el cielo aquella heladora tormenta?
Se fue a su casa y me dejo con las ganas de una prosa más lenta
que relatara como aquella noche entré más allá de las puertas de su bloque,
conocí eso que tanto envidian los dioses
y lo único que nos falto fue nuestro aliento que se escapo sin reproches


Algún día tendré que verme las caras con tú desvanecida imagen
para tener la certeza de que hubo respuestas que dejaste aparte
por el miedo a que tu propia contestación fuera una verdad ausente de desgaste.
En verdad todo aquel cariño solo fue la escusa para tapar a otro con un empaste,
pero aun sigo escribiéndote en mi cuaderno de mates versos en el margen
al que no le acaban de salir las cuentas de cuando me olvidaste.

Ella no se acuerda ni de la mitad de las cosas que le cuento,
al fin y al cabo son solo páginas de un libro llamado recuerdos,
están  amarillentas y llenas de polvo por el tiempo
que han pasado en los estantes esperando la promesa de un “hasta luego”
Solo son instantes en los que un iluso encontró algo bueno.

Ahora, yo, soy el que no se acuerda ni de lo que fuimos,
no recuerdo bien ni que somos o la última vez que nos vimos.
Perdimos lo mejor que teníamos, la mejor parte de nosotros mismos…
el uno al otro.

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