sábado, 29 de marzo de 2014

Last Post

Querida tú:

Espero que de una manera u otra te llegue esta carta.
Siento no poder decírtelo a la cara.
Ya ves, yo a veces, también soy un poco cobarde.
Y es que, me estas dejando sin habla.
Te escribo, para decirte todo sin pronunciar palabra,
sin decir nada.
Que de eso sabes tú mucho.
Intentemos dejar de ser ambiguos.


No sé muy bien ni como comenzar,
me gustaría contarte tantas cosas…pero no sé ni cómo.
Será que no tengo agallas,
o será que ya sabía desde hace mucho como iba a acabar todo esto.
Sin ni siquiera haber acabado.
Sin ni siquiera haber comenzado.

Me enveneno si te sueño. No recuerdo
cuando estoy dando un paso en falso
o cuando estoy en lo cierto.

Pienso que el problema principal,
de casi todo, 
viene cuando nos guardamos palabras,
porque no se qué ocultas tú,
o porque no se qué clase de mentira
estaré diciéndote esta vez,
para disimular que, si me miras,
no me tiembla el pulso.
Si tu mirada se clava en mí por un segundo
y parada, como la aguja de una alarma,
me despierta en pleno mediodía
con tu piel de melodía
y una caricia fría.

“Y acabo por ser el despertador
con la sonrisa más bonita de Madrid”

X




He comenzado a taladrar las paredes poniendo nuevos clavos,
para que no se vuelvan a precipitar los cuadros
cuando desfiles de nuevo por el pasillo de mi cuarto.


Ahora, estoy buscando una frase que ponga el mundo del revés,
a ver si así, la frontera de mis dedos y la frontera de tu piel
se convierten en la misma.
Sin pagar por este viaje, sin peajes.
A ver si así, empieza a no haber diferencia entre
el precipicio de mis labios y el acantilado de los tuyos.
A ver si así, nuestras palabras se encuentran en el mismo aliento.


“Seguro que hay un sitio en el cielo
reservado para todos aquellos
que estuvieron donde estuve yo.
A 10 mm de tu boca”

Y muero cada noche, y me desvelo. Me vuelvo loco, y me despierto.
Me das miedo.

Quiero que me expliques esa forma que tienes de desordenar todo
y que parezca que no has tocado nada.
Aparecer en el momento oportuno, justo con lo que necesitaba.
Un Poco de ti.

Y siempre acaban mis letras
tiradas por el retrete.
Un jarro de agua fría de repente,
es que es verte
y se me acumulan las cosas pendientes.
Esta noche no te voy a decir la verdad, pero tampoco voy a mentirte,
no quiero tener después que arrepentirme
por aquello de que somos esclavos de lo que decimos
Pero, ¿y si tampoco me siento dueño de lo que callo?
Te miro,
y te veo con mis silencios en tus manos,
es entonces cuando comprendo que soy preso de lo que no te digo
pero que tú ya sabes muy bien.
Emigro, hacia un lugar donde no quiero estar,
pero es que estoy viendo, que las respuestas
a todas mis preguntas, tú, no me las puedes dar.




"Todos, en el fondo, seguimos esperando una carta que nunca llegará". Carme Riera.

sábado, 15 de marzo de 2014

10 razones para odiarte

Odiarte por 10 razones,
o intentar encontrarlas.
Que lo veo jodido.
Odiar,
que verbo tan repulsivo.
La única respuesta que encuentro
cuando busco el olvido.
Y es eso lo que ando intentando,
rebobinar hasta algún lugar
donde olvide la idea
de seguirte hasta tu ombligo.

Y en eso sigo, en correr por el filo de tu cuchillo,
y hacerlo descalzo, porque me siento como en casa.
Y andar por el borde de tus bolsillos,
a ver si te da por buscar en ellos o por echarme en falta.

La distancia también puede ser gigante teniendo a alguien a tu lado sentado,
la palabra todo se queda pequeña en tus labios.
La línea que une tus ojos a mi realidad no conoce de horizontes
pero se de sobra que matarías a cualquiera
con solo mirarlo.




Eres ladrona
De unas horas
Que no te pertenecen

Eres dueña
De una tregua
Que se quedo pendiente

Después de este caos
estoy empezando a dudar
de si volverá la calma,
me volveré a la cama
con la sensación de no haberte dicho nada
y habértelo dicho todo
con algo más que palabras.
Quizás esta vez tu mirada
entienda
lo que no sabe decir mi voz atrapada


Me tapo los oídos, cierro los ojos,
e imagino no sentir nada.
Escucho el ruido del flujo en mi garganta,
y es que estoy con el agua al cuello,
con el miedo por corbata.


Estoy entre la espada y tus labios,
y aun dudo entre que elegir
porque no se qué me haría más daño.

Estoy entre tu espalda y la pared,
y me siento de todo menos atrapado.


Trepando
hasta llegar a tu cuello,
se diluye entre tu pelo 
ese secreto que sellan mis versos,
que no es más que el deseo
de volver a vernos.


De pasar de un palmo a una planta
De un suspiro a una avalancha
Siéntete observada, mientras miro como hablas,
Esa forma que tienes de mover los labios
Como si no te importara una mierda el aire
Como si fuera de cartón
Como si él no supiera, como se yo,
Que se va a terminar acabando
esta vibración
que origina terremotos,
abre brechas en la tierra,
y hasta mis oídos serpentea.

Cuando nos damos cuenta de las cosas,
siempre es demasiado tarde para reaccionar,
por eso estoy alargando todo esto un poco más,
para ver si así lo empiezo a entender todo.

Que lo entienda quien lo quiera entender.

" 10. Te odio sobre todo porque, aunque lo desearía,  ni odiarte un poco puedo."

viernes, 14 de marzo de 2014

Tercer intento...

Un disfraz para dejar de ser yo,
para cortar la distancia
entre el corazón y la razón,
para acortar la distancia
entre tú y yo.

Dos ecos sin ninguna voz,
el silencia retumba en esta habitación,
cuando pasas de tu silla a mi renglón.
Pero te quedas ahí, y de ahí no te mueves.

Tres escalones rozan tus talones
cuando saltas el espacio que hay
entre mis razones y las pocas opciones
que me dejas.

Cuatro. U otra forma de enumerarlo.
Esta sala de espera en la que nunca llega mi turno,
o quizás se pasó ya mi número.
Otra forma de mirarlo. De mirarte.
Otra forma de contarlo,
de seguirte el rastro
con el tacto.

Cinco. Llegados aquí, brindo
por lo juegos de niños,
por la de veces que estoy perdido
entre tus laberintos,
porque no le encuentro ningún sentido
a la pausa de tú cuello
sino es a mordiscos.



Seis. Arden las farolas,
descarrilan los trenes,
la ciudad se alborota,
los idiotas nos sorprenden,
la maldad está rota,
la luna prende
la luz de las goteras,
el invierno escuece
como el hacha en la madera,
mi letra no obedece
pues no quiere sin ti una guerra,
quiere miel de tu piel
no de las colmenas,
quiere deudas con tu litera,
quiere sacar las cuerdas.


Siete. Y vuelves, y no sé porqué,
y no sé qué forma es esa
de dar una de cal y otra de arena
tan sutilmente.

Ocho. Te vas, pero no del todo.
Ya no sé donde esconderme para que no me encuentres,
si al fin y al cabo,
estamos caminando por la misma rotonda en sentidos contrario.

Nueve formas de odiarme
por no querer salir de una cárcel
que me he hecho yo solo,
con cuatro paredes del papel de mis esbozos,
un suelo del color de las mentiras,
negras, proyectando la sombra de las rejas,
y un techo que…bueno, el límite del cielo
te dejo que lo decidas tú.

Diez razones para odiarte


Continuará...


miércoles, 12 de marzo de 2014

Segundo intento...

Un mismo color, cobre. La hojalata de este edificio.
Lejos de nuestras casas y con este mismo frio.

Dos cuartos, solo una habitación, sin ningún color
y tú viniendo con trampas, encima.
 Lo de siempre, la misma obsesión.
Las mismas mentiras,
Y tú, mi única perdición.

Tres párrafos no son los suficientes,
ni siquiera tres textos, o tres libros,
para describir el hecho de mirarte,
y morirme de envidia del que puede tocarte.
De la mala.

Cuatro plantas son suficientes para arrojarme
al umbral de la basura, de la sed,
al imán de tú locura.
Imposible a este miedo no arroparme,
difícil esta vez no asomarse
al borde de tú falda,
y no querer allí suicidarme.

Cinco de la madrugada y me sigue faltando papel
para terminar de explicar que eso de aparentar
 no me esta sentando nada bien.
Y quizás por esta vez
la tinta me responda los “porqués”.

Seis tempestades, seis vientos huracanados,
seis tormentas, seis balazos.
Si, son verdades de lo que hablo,
son coherencias que me devuelven la cordura.
La misma que me robas, que se esfuma como la espuma.

Siete de la mañana y suena el despertador,
llega el alba pero yo sigo en el mismo sueño
que la noche anterior.
Tú seguías allí.


Ocho paradojas temporales, rotas,
que van caminando entre los arrabales,
y yo, esperando pasar y verte,
verte esperando,
verte pasar,
pasar de ti
(por aquello de que me engaño),
o solo espero verte pasar por mi lado,
mientras mi piel se estremece,
preguntándome existencialmente ,
mientras la sal de mi café se deshace,
si volveré a verte.



Nueve minutos y medio,
y ya empiezo a notar cómo se mueve el mundo
corriendo detrás de tú culo.
O, a lo mejor, solo se están moviendo las nubes
empujadas por el aire frío que queda cuando te vas
(se corta cuando estás).
O, quizás, aquí no se está moviendo nada,
solo está creciendo mi estupidez ilimitada
por colgarme de cualquiera
a las tantas de la mañana.
Aunque creo que la palabra cualquiera
no va mucho con ella.


10 razones para odiarte.


Continuará...

lunes, 10 de marzo de 2014

Primer intento...

Una ciudad en llamas, bajo cielo de un manto de agua.
Dos personas de las que hablan mis letras, rascacielos y paraguas.
Tres paradas de metro, entre mis manos y tu pelo, y hablo de espacios.
Cuatro espacios y universos que dan cuerda a esta epopeya. Se me está acabando el cuento.
Cinco dedos que querrían acabar en tu espalda este texto.
Seis pedazos de tu cuerpo, donde las caricias se transforman en verso.
Siete pecados capitales reescritos entre las sábanas, bajar todas las persianas y tentar a la carne.
Ocho calles a tu lado me han bastado para no dudar de lo que hablo.
Nueve oportunidades me he dado a mi mismo para solucionar mis altibajos.


10 razones para odiarte.


Continuará...

domingo, 9 de marzo de 2014

someone

El otro día nos volvimos a cruzar por la calle
y sigue con ese morbo en la mirada
que encendería en cualquier charco una llama.
Tiene más magia en cada uno de sus tacones
que cualquier puta hada en cada una de sus alas.