sábado, 26 de abril de 2014

Palabras sin filtro

Te acabas de ir,
para siempre quizás
y no soy capaz ni de mirar hacia atrás.
No sé, no me apetece ver cómo te marchas de mi vida
y que lo último que vaya a ver sean tus pasos
dirección 180º muy lejos de mis manos.

Te acabas de ir,
y tengo los labios llenos de poesía
porque hasta cuando matas estas bonita.

Y a mi solo se me ocurre correr,
como si haciéndolo lo suficientemente rápido
pudiera regresar hacía atrás
y volver a ver tus ojos
una vez más.


Ya eres un recuerdo, “pero me acuerdo como si fueses ayer”
cuando andábamos comiéndonos de lado a lado,
cuando me dio por pensar que la cura contra todo lo malo,
de esta jodida monotonía,
estaba en tu labio inferior.

Quería
morder la vida
con mis colmillos en tu piel.

Has conseguido dejarme sin respiración,
pero esta vez
“si no respiro es por no ahogarme”

Llego tarde a la estación,
vengo de perder un tren y casi pierdo otro.
Y justo en este momento entiendo que no me importa 
perder más trenes,
que siempre he preferido las estaciones
y en la tuya siempre es primavera.

Esta vez sí Sabina, quería quererla querer,
y es que no sabe
que he puesto ciudades enteras a su nombre
y me he imaginado más de una vida con ella.

“Ella es de esas que te hacen pensar que toda tu vida ha sido un simulacro.
Que la poesía se pone corbata para hablar de ella”


Yo no podría ser tu amigo.
Tienes en tus ojos los motivos.

El último que debería tomar una decisión aquí es el tiempo,
me jugaría cada ángulo del minutero por llegar hasta tu pelo
y eso no hay reloj que lo refleje. 
Ni para contarlo versos.

En esta historia no quiero perder el hilo,
que ya pendo de todos los de tu vestido.
Pero yo no me voy a quedar aquí esperando a ver qué elijes,
no vengas si no es para decirme que te quedas.

Para haber llegado hace casi un rato
ni te imaginas lo que se me está atragantado 
decir adiós.
Seré sincero
hubiera aguantado un poco mucho más.

No sé, llevo ya unas horas escribiendo y no creo que vaya a encontrar
las palabras con las que hacerte entender lo que callo.

Yo no voy a pedirle a nadie que se quede.
Yo me voy.
Hice bien en besarte cada una de las veces como si fuera la última.
Lo intuía.

Y por si te lo sigues preguntando…anoche no fue el frío el que me hacia temblar.





lunes, 21 de abril de 2014

Killing me softly

No lo tengo claro,
por eso voy a tratar de explicarlo
como se explican las cosas que se escapan de nuestras manos.
Como tú.

Ya te he dado la primera pista y acabo de empezar,
cuando termine espero que no te quepa duda
de que eres la primera vuelta de tuerca
con la que empiezan a formarse el millón
de nudos que sujetan mi estomago.

Nada de mariposas
que eso son cosas en las que creen todos esos enamorados
que buscan finales con perdices, castillos y soldados armados.
Y es que ambos sabemos que yo busco en ti
esperando encontrar de todo
menos un final

No lo tengo claro.
Del odio nace el mejor amor y viceversa.
Cuantas más ganas más alcances de bala, o algo así.
Cuantos más planes peor salen. Es así.

Te sigo dando pistas
y aun así sobra decir
que quizás cuando vuelvas ya no quiera explicaciones.
Esta quedando todo bastante claro, y la verdad,
Tengo ya más de diez razones por las que irme
pero no me veo no intentándolo una vez más.

Te leo a través de mi pantalla,
contándome como ha vuelto el pasado,
contándome una película que cada uno ve desde su punto de vista:

Para ti es más de esas historias de cine, de amor, de intriga, que miras
subida al escenario,
en la que todos estamos esperando
que elijas un comiendo para tu historia.
O un final para la mía.

Quizá yo por mi parte, tengo que decir, que subí demasiado alto
cuando no encontraba ninguna otra manera de llegar hasta tu cuello.
La hostia sí que va  a ser de cine.


No lo tengo claro
si dolerán más las palabras que no quiero oír
o esos silencios que otorgan, los que se clavan lento,
pintando la esperanza de cualquier color menos verde.
Silencios que me dejan a mi callado
sin encontrar en ningún lado el ruido.
El ruido de tus tacones subiendo los escalones.

Fuera llueve
y aquí dentro todo es un desastre
No sé si volverá la calma
con todo este caos.

Seamos sinceros, yo lo tengo muy claro
Y tú, no.


domingo, 20 de abril de 2014

guión improvisado

He caminado muchas veces por caminos de piedras,
de recuerdos en forma de herida en mis rodillas,
con las ganas de que yo no vuelva a perder estas guerras.
Pero esta vez...esta es la primera de todas
que me veo haciendo malabares sobre un alambre de espinas.


Haciendo de funambulista para ti en este circo.
Siento que perteneces a alguien más que a mí, pero insisto
puedes levantarte de tu butaca y dejar un hueco vacio
(en algo más que en la grada)
dejarme aquí colgado, sin red de seguridad
 viendo cómo te marchas dejando atrás tu sitio.


Haciendo de payaso para ti en este escenario,
intentando ser la razón de la sonrisa en tus labios,
ideando la frase perfecta que termine con este acto.
Espero sinceramente que todo esto no sea un teatro.

No sabría bajar el telón de esta historia, joder.


A veces, me siento como el que sigue buscándole tres patas al gato
cuando ni si quiera me encuentro yo.


domingo, 13 de abril de 2014

espinas milimétricas



Alto! Te ruego mientras me atas las manos,
me amordazas el lenguaje con vendajes
y me quedo aquí parado, envenenado
por el hechizo inherente en las agujas de tus labios.

Besos de aguja, tacones de carmín intoxicado,
esta vez nada es demasiado.
El amor esta como camuflado,
estáis desojando todas las flores
mientras a él le están ahogando.
Y es que no se si te ha quedado claro
que aquí hemos venido o a caer o a salvarnos
pero a la vez y ambos.
Al fin y al cabo el mejor camino de vuelta a casa
seguirán siendo tus manos.

De tú cielo a mi caída solo hay una barandilla.
De diferencia.
Te pongo la que hay entre tus silencios y mi métrica.

La vida aprieta,
Pero tú,
Tú sí que ahogas joder.


martes, 8 de abril de 2014

Miedo o primavera

“Podemos inventar una estación entre el invierno y la primavera;
del veinte al veinte
 uno de marzo.
Que dure lo mismo que un concierto de rock
o que el polvo mágico en el que pierdes todo el sexo acumulado en la comisura de tus labios.”




Podría haber sido un día cualquier,
pero estaba a punto de hacerle un boquete a las piedras
en las que tantas veces había caído de bruces.
Me encontré con tus piernas.

Pensaba que llegaría el verano y seguiría temblando         
sin una buena razón por la que hacerlo,
pero me encontré con la primavera
a la vuelta de tu esquina.
Era una noche fría
y hacia un calor sofocante en tus labios,
había alcohol de sobra en tú cuello
como para hacer que temblaran mis manos,
mientras por tu espalda
iban reptando.

Voy a hacer contigo como con todo,
pero del revés.
Voy a correr por encima de todos los caminos
que no me llevaron a Roma.
Por caminos de cenizas abrasadas
de historias pasadas.
Por caminos
sobre todo
hacia ti.
Pero sin correr.

Espero tener pulso suficiente
para no perder de vista el horizonte
y no romper las reglas que yo mismo impuse,
para eso mismo, no romperme.
Porque siempre he sido un poco suicida
y  he encontrado el puente perfecto
por el que siempre había deseado arrojarme.

Eres tú ese abismo
que me mata a momentos, cuando le apetece,
y salva mi mundo cuando quiere,
en cualquier otro día
en el que te dé por pensar
que las buenas noches no se escriben,
se dan.

O me inventaré una nueva salida
que sea de emergencia o de esta vía,
 fugarme contigo del vagón
y correr
sobre los raíles de esta estación
donde acabamos por equivocación.

Cualquier opción
me dejaría la sangre un poco menos fría
que la invitación,
que me he propuesto esta noche,
a cambiarte la vida.
¿Estás o tienes prisa?

"¿Me escuchas?
que digo que podemos inventar una estación entre el invierno y la primavera;
que dure un poema bien escrito o una carcajada de suerte o un beso en la mejilla."

O inventarme el frio
cuando más juntos estemos
para no dejarle más dudas
a nuestros congelados cuerpos.
Y arder en la misma caída,
porque como ya te dije,
soy un poco suicida
y me he inventado una nueva salida
de puta madre
hacia tu boca.

Pero siempre me hacen compañía las dudas,
no saber qué decir,
intentando encontrar la palabra exacta
en el momento oportuno.
O más imposible aún,
encontrar el silencio perfecto
en el momento justo
que haga que te enganches a mi ruido.


Todavía sigue siendo un misterio para mí
que sabiendo justo lo que quiero hacer
al final no acabe haciendo nada.
Porque no sé cómo actuar esta vez.

Creo que a esto mismo,
los idiotas como yo,
le llaman miedo.