lunes, 14 de julio de 2014

Quién lo escribió lo sabe

  Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:

  no hallar fuera del bien centro y reposo,       
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:

  huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,                     
olvidar el provecho, amar el daño:

  creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
                                         .
Lope de Vega


He dejado una línea en blanco para el que sea capaz de terminarlo.
Aunque yo siempre he sido de los que piensa que borrar palabras,
ya escritas,
es hacer como el que busca el consuelo del olvido
en la ausencia de paz.
En el caos de otras guerras.

Primero habría que entender que
aquella mañana todo empezó
exactamente como acabó la siguiente:
con ligeros relámpagos en sus ojos.
Imposibles de ocultar.

Tendió una mirada alrededor,
y esa sola mirada bastó
para darme a conocer lo que pensaba,
lo que sus labios sellados callaban.
Una mirada equivalente a una sentencia de muerte.

La observaba.
Ella estrujaba paciente el silencio entre sus manos,
sobraban todas la palabras que nunca nos faltaron.
Y me dejó sin ninguna.
Y sin aliento  también.

Desde aquella noche
tengo el típico delirio predecesor de la muerte,
y es que la sentencia siempre estuvo firmada.



Escuché el ruido de sus talones subiendo las escaleras
entre el calor de las velas,
que se mecían con lentitud en el aire
alumbrándonos con luz trémula.
Prestaban sus oídos a los versos
de nuestro poético insomnio.
El grito de estas apunto de apagarse,
próximas a morir,
dejaba destellos de luz y oscuridad a intervalos
de agonía.

Las yemas de mis dedos perdieron
la poca identidad que les quedaba
por rozarse de nuevo contigo.
Es costumbre acariciar tú piel hasta sangrar.

Apenas rayaba en el cielo la primera luz del alba.
Terrible amanecer.
Como loco soñador de quimeras
cambié el hierro por la pluma,
las mallas por la seda.
Inmóvil.



Una huella de luz
como una lagrima silenciosa que atraviesa una mejilla
y en su afán de inmortalidad
deja un rastro de sal
para consumarse entre polvo.
Como las mejores caídas.


He dejado la última línea en blanco
porque yo ya desafié al amor
y (me) perdí.
(contigo)






jueves, 10 de julio de 2014

cuando no entiendo nada

¡Morir..., dormir! ¡Dormir!...¡Tal vez soñar!. ¡sí, ahí está el problema!.
El problema es
que yo hoy no he conseguido a penas dormir,
que no cojo el sueño
y ellos tampoco me terminan de alcanzar.
Creo, que estoy seguro, de mi incertidumbre.
Con toda esa certeza del suicidio voluntario al que me someto,
teniendo un nombre las razones
de este texto.

Esa maldita costumbre que tengo a tirarme sin miedo
desde todos los puentes que encuentro.
Y no todos son los buenos.
Ese principio de locura compulsiva
que comparto con el resto de suicidas
a dejarme alcanzar por la balas.
Si son las suyas.

Al llegar a casa,
derrotado,
me había prometido no tocar ni un solo lápiz.
Para cuando me quise dar cuenta
ya estaba todo escrito.

No debería haber comenzado,
porque a veces utilizo al folio de diana
y pierdo la noción de lo que está bien o lo que está mal
al describir la realidad
a mi antojo.

Además, donde está este texto debería haber escrito otro,
que dejé a medias porque tú me lo (im)pediste
terminar.

No recuerdo en qué momento creí escucharte decir distancia
cuando era lo único que no quería oír.
No sé en qué momento empecé a tragarme palabras
para acabar con un millón de agujas sobrevolando mi estomago.
Que irónico, lo sé.

Te  tocaba como si fueras de cristal
y creo que he empezado a cortarme.
Me hieren más las palabras que
los golpes.
Últimamente ninguno es de suerte.

Será la falta de costumbre
de no reconocerte.

'Ya me hecho de menos
y eso que te acabas de ir.'

'El caos que desata una piel pidiendo socorro a otra piel.'

Espero arrepentirme de las siguientes 26 líneas
que no vamos a leer.