viernes, 20 de marzo de 2015

Razones de peso II

"Quítale importancia, no la tiene"




Perdona la osadía
pero hay días en que no te encuentro otra metáfora
que no sea una escalera vacía llena de colores.
Una metáfora para explicar una ironía.

Soy un cobarde.
Sigo prefiriendo escribir y evitar mirar de frente a los ojos del recuerdo.

Pero ahora sé, que ningún acto de fe hubiese estado a la altura de las circunstancias.
Todos los días fueron el último.


Todo aquello dejó un millón de agujas instaladas en mi estomago
que no echaran a volar esta semana.
Y una cruz en el 20 de este mes de algún otro año.

Como si fuese ayer
recuerdan las paredes verte atravesar el cuarto desvestida de quimérica ilusión
y desprender las promesas sobre el frió suelo.


<< Me han llamado.
                 La atención de quien sabe que no va a volver a escuchar de tus labios.
Tus cicatrices.             >>


Esos hilos invisibles que tejiste en mi piel
ahora tienen más forma de soga que de lazo de regalo.


Ojala una bocanada de aire en tu garganta
le de la suficiente voz a un suspiro
como para hacerte recordar
todas las primeras veces
que no nos quedan.



No alcanzaba a reconocerme.
Quizás perdí mi identidad al arrastrar mis yemas por tu piel.
Si alguna vez no pregunté
fue por el miedo a que respondieras la verdad.


Quise entenderte 
como a mi mala letra escrita en una urgente nota de suicidio.
Que nadie más te volverá a escribir así.

Puede que continúe haciendo garabatos imposibles con tu nombre en mis recuerdos
pero sabiendo que muy pronto voy a dejar de hacerlo.

Así que 
perdona la osadía
pero quítate importancia, porque no la tienes.
Porque si en algún momento fuiste la persona a quien escribo
dejaste muy pronto de serlo.

Y, por fin, he encontrado una razón con suficiente peso
para decirte que no
en todas las ocasiones en que no me susurraste que volverías.



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